Desde hace muchos años han existido las convocatorias literarias, realizadas por las editoriales, los gremios, las fundaciones de apoyo a la cultura y la literatura, las universidades, las revistas y publicaciones, las entidades gubernamentales, entre otras, especialmente los premios literarios y, todos ellos han contribuido a estimular a los escritores noveles y veteranos, a impulsar la publicación, la lectura y en general al desarrollo de las artes escritas, la novela, la poesía, el cuento el ensayo, e incluso, tesis, investigaciones y teorías del lenguaje y la literatura.
Casi siempre las entidades serias ofrecen jugosos premios (dependiendo de la calidad del convocante y la exigencia a los concursantes), además se ofrece la publicación de los ganadores y/o finalistas. Estos componentes más el deseo inmenso de la fama, el reconocimiento, ver su obra publicada y el dinero que ofrecen hace que muchos escritores o escribientes vivan sólo a la espera y caza de concursos, convocatorias y premios, lo que está bien, pero de igual manera surge cada cierto tiempo, un iluminado de las letras, un genio que se da a conocer por primera vez en el certamen, lo cual beneficiará, seguramente a la industria editorial convocante, al autor y al universo de las letras.
De un tiempo para acá ha surgido un negocio perverso y malévolo, que el hecho de que no sea ilegal, no significa que sea honesto o limpio. Editoriales de todos los tamaños y pelambres se han inventado el jugoso negocio de la convocatoria, que da una sana apariencia, de ser una oportunidad inigualable, especialmente para noveles escritores y para ingenuos. Casi todos los días aparece en redes un “autor famoso” o algún texto de un desconocido haciendo una convocatoria para publicar un libro de varios autores, en poesía, cuento y hasta novela, proponiendo diferentes temas o géneros; hay para todos los gustos, anuncian que su obra será estudiada entre muchos aspirantes para hacer una rigurosa selección; y que, como la convocatoria es internacional, se venderá en muchos países. El escritor debe enviar sus textos y todo debidamente según la convocatoria y los seleccionados, pagar una módica suma, que va desde el equivalente a 50 dólares hasta 500.
Todo parece, y hasta es, muy atractivo. ¿Dónde está la perversión de negocio, entonces? Primero que todo, no hay tal selección, sino que aceptan todas las propuestas, es decir aceptan todos los dineros que se les envían, con ese dinero se alcanza a hacer los costos de maquetaje, o corrección, que en realidad no se hace, y le comunican al ingenuo que su obra ha sido escogida, lo cual le hace entrar en felicidad y empezar a anunciar a sus amigos y familiares, la fabulosa noticia y la proximidad de su ópera prima.
Luego pasa que NO PUBLICAN LOS LIBROS, van imprimiendo por pedido, es decir, cada autor tiene que vender a un costo muy elevado, para la pésima edición que se hace, la mala calidad del papel y de la impresión; e imprimen sólo los que el autor solicitó, pagando por adelantado. Nunca se comercializa, no se lleva a librerías, ni a ferias o eventos del libro, no se lleva a Bibliotecas, nada, el único que difunde la obra es cada autor, quedando todas las ganancias a los “editores”.
Aquí también cabe decir que hemos visto a algunas entidades serias y con mucho capital, hacer convocatorias de concurso con unos premios irrisibles, con lo que pretenden estimular a los autores nuevos.
Hacer autopublicación es complejo y costoso, la comercialización es mucho más difícil y compleja, pero quienes se aventuren a ello, ojalá se acompañen de un buen corrector y un buen editor.
Ojalá vuelvan los concursos serios, con buenos premios, respaldados por entidades respetables, con buenas ediciones y que no tenga que ser el escritor el que paga por todo y las ganancias para la editorial. Es necesario que las entidades gubernamentales de cultura y educación hagan concursos serios y de amplia participación, que las editoriales rebajen un poquito del trabajo por mero negocio y vuelvan a pensar en la importancia del desarrollo cultural de los pueblos.
La Butaca Editorial ha hecho convocatorias (No concursos), donde al escritor NO se le cobra su participación, donde un curador selecciona, un corrector corrige y trabaja con el autor, garantizando una buena edición en material, diseño y maquetaje; donde al escritor se le paga (generalmente en libros) y se le paga por las ventas que haga.
Agradecemos los comentarios que nos deseen hacer, acatando con respeto sus opiniones.
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